viernes, 26 de marzo de 2010

alguien se extraña de verdad de que haya crisis?

Durante décadas nos han estado vendiendo la moto de que ser CEO era algo que requería mucha preparación, además de habilidades innatas.

Tenías que ser un gran comunicador, ser un experto en finanzas, ser un líder, tener habilidades comerciales... Y así un largo etcétera, acompañado -por supuesto- por una larga lista de cursos de formación, mba's y todo lo que se te ocurra.

Pero hete aquí que llegó la tecnología de la información, internet, redes sociales... y se acabó. Chavales de 25 años dirigen compañías absolutamente exitosas y plagadas de empleados felices y gente que se muere por trabajar en ellas.

El otro lado de la moneda son los empresarios "de toda la vida". Aún tenemos clavada en la retina la imagen de la gente abandonando las sedes de los bancos que han caído en esta crisis, de las constructoras, etc.

Ejecutivos hijos de ejecutivos, con cursos en Insead, LBS, Harvard, Stanford y donde quieras, con millones de euros invertidos en formación que no han sido capaces de sacar adelante sus negocios. Los más brillantes, los primeros de su promoción.

¿Qué ha cambiado? ¿Qué ha fallado?

Fallar, no ha fallado nada. Pero cambiar, ha cambiado todo.

Vivimos en un mundo nuevo, en el que si algo es útil, se vende. Sin marketing, sin promociones, sin inversiones en publicidad. La viralidad y el intercambio de información han creado un nuevo panorama en el que la experiencia de usuario lo es todo.

Estos nuevos CEO's son, en su mayoría, gente que creó algo que necesitaban y no encontraban a su alrededor. No es muy distinto de lo que hizo Henry Ford en su momento, créanme, pero algo entre él y los actuales "reyes del mambo" se desvió del camino correcto.

Mientras las escuelas de negocios, las universidades y los colegios -hasta las guarderías!- se dedican a crear un modelo de pensamiento único, basado en repetir hasta la saciedad los mismos esquemas, de vez en cuando una mente brillante se sale del camino marcado y se hace la gran pregunta: ¿qué pasaría si...?

Llevo más de una década enseñando en distintas instituciones académicas y cada vez me deprime más la brecha entre las aulas y la realidad, entre el pupitre y la imaginación, entre la tiza -sí, señores, tiza en el siglo XXI- y la creatividad.

Nuevos tiempos, nuevos casos de éxito, nuevos CEOs... y la misma formación y la misma enseñanza desde los tiempos de los griegos clásicos.

Patético. Y alguien se extraña de verdad de que haya crisis?